No hubo festejos ni euforia, más bien incomodidad y algo de preocupación. El Gobierno calificó como una «vergüenza» que un ex vicepresidente esté detenido por enriquecimiento ilícito y criticó la lentitud de la Justicia «pendular».
Desde el viernes temprano, el presidente Mauricio Macri siguió con atención todos los pasos que dio el juez federal Ariel Lijo en la detención de Amado Boudou, acusado de liderar una asociación ilícita y de lavado de dinero. «Está al tanto de todo lo que pasó y todo lo que se dijo», confió uno de sus hombres de confianza.
«Es una vergüenza que tengamos un ex vicepresidente que hoy está detenido por enriquecimiento ilícito. La Justicia está haciendo lo que tendría que haber hecho hace ya mucho tiempo«, dijo a LA NACION un hombre con acceso diario al despacho presidencial.
Desde la Casa Rosada también se mostraron «tristes» por la fotografía del ex número dos de la ex presidenta Cristina Kirchner esposado. «Es una imagen que dará la vuelta al mundo. No sirve», confiaron fuentes oficiales.
«Institucionalmente es muy malo para la Argentina que un ex vicepresidente esté preso«, reflexionó uno de los principales asesores del Presidente. Más allá del impacto institucional, desde la Casa Rosada también le apuntaron a los magistrados que habitan en Comodoro Py.
«Si los jueces hubieses actuado en tiempo real nos habríamos evitado el 90 por ciento de las cosas que pasaron», aseguraron fuentes oficiales.
La Nación